Una crisis es una situación grave y decisiva que puede representar un peligro, pero también podemos considerar una coyuntura de cambios repentinos en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, que pone en peligro el desarrollo de un proyecto, un asunto o un proceso. En el mundo, en la sociedad, en la comunidad y en la familia suelen suceder diferentes tipos de acontecimientos críticos o angustiantes que afectan a los individuos, sus familias o el ambiente laboral y social.
Reacciones emocionales:
Distintas personas pueden reaccionar de forma diferente ante una crisis:
Mientras que el miedo es la emoción que sentimos en presencia de una amenaza, la ansiedad es una sensación de un peligro, problema o intimidación que está por suceder.
La ansiedad está relacionada con el estrés, en la medida que corresponde a un sentimiento de temor o preocupación que a menudo se relaciona con un problema o inquietud en particular.
Cuando alguien se siente nervioso, parte de su sistema nervioso simpático se potencia. Esto desencadena una serie de efectos en todo el cuerpo, como un pulso acelerado, palmas sudorosas, manos temblorosas y boca seca. Cuando se está nervioso, el cerebro activa una «respuesta encaminada a reaccionar ante un cambio». Y lo consigue liberando unas sustancias químicas llamadas hormonas y neurotransmisores que alteran el funcionamiento de ciertas partes del organismo. Mejorar el estado de alerta, es uno de tantos mecanismos como el aviso para que se extremen las precauciones o se incremente la atención, pues alguien que está alerta es una persona que se encuentra atenta a ciertas señales que lo inducen a reaccionar anticipadamente a una situación de riesgo previsto o aparentemente calculado.
El llanto es un medio de comunicación emocional, en este caso para manifestar la tristeza, la incertidumbre o la impotencia mientras dure una crisis. Con el llanto se eliminan sustancias generadas por estrés como cloruro de potasio y manganeso, se liberan dos hormonas como los opiáceos endógenos y la oxitocina que reducen el dolor, el estrés o la angustia, se mejora la respiración y se producen endorfinas que evitan o atenúan el decaimiento de ánimo.
La irritabilidad es a menudo una señal de que una persona está lidiando con problemas y dificultades emocionales relacionados con sentimientos producto de la impotencia para actuar, la incertidumbre, la tristeza, la depresión o la ansiedad. Fisiológicamente la irritabilidad es la capacidad homeostática que tienen los seres vivos de responder ante estímulos que lesionan su bienestar o estado. Esta característica les permite sobrevivir y, eventualmente, adaptarse a los cambios que se producen en el ambiente como producto de una situación de crisis.
Estrés intenso, como problemas importantes laborales, sociales, familiares, de amenaza, financieros o por presiones psicológicas. Depresión o ansiedad, en especial, depresión grave o prolongada, o ansiedad con ataques de pánico. El aturdimiento y el mareo por ansiedad o vértigo psicógeno es una patología psicosomática que aparece con mucha frecuencia como consecuencia del estrés. La sensación de irrealidad es una alteración pasajera de la percepción o de la experiencia del mundo exterior del individuo de forma que aquel se presenta como extraño o irreal. Entre otros síntomas se incluyen las sensaciones de que el entorno del sujeto carece de espontaneidad, de profundidad o de matices emocionales lo que lo conduce a estados emocionalmente inertes y de confusión, capacidad de concentración reducida, dificultad para recordar, mensajes y pensamientos sin sentido, desubicación en espacio y tiempo, dificultad para dormir, alucinaciones y delirios, y cambios repentinos de personalidad.
No responder cuando se le habla, no hablar en absoluto, “una cárcel dentro de sí mismo”.
El trastorno de la personalidad evitadora es relativamente usual en medio de una situación de crisis, aunque no frecuentemente diagnosticado. Se caracteriza por un gran retraimiento, que inhibe a la persona socialmente a un grado extremo. La personalidad evitadora elude la actividad social y se muestra altamente sensible a cualquier crítica o evaluación negativa que se haga de él.
Quien tiene una personalidad evitadora se siente inadecuado. Piensa que es inferior a los demás y que fácilmente resultará rechazado, humillado o ridiculizado por otros. Tiene además la percepción de que siempre está siendo observado y criticado, por lo cual permanece sumergido en muchos sentimientos de temor.
En medio de una situación de crisis la precepción negativa mediática genera temor, y el miedo o la ansiedad producen consecuencias a nivel fisiológico, motor y cognitivo, apareciendo tensión muscular, lo que genera una falta de precisión en los movimientos y falta de flexibilidad así como mayor fatiga; trastornos de percepción, reduciéndose su campo visual perdiendo así información, provocados además, por estímulos peligrosos en el afán por conservar la vida si se perciben riesgos inminentes, o ansiedad ante una situación que supone una amenaza que afecta de manera importante intereses personales, familiares o del entorno laboral, o nuestra imagen, la imagen de la empresa o del grupo familiar.d
El estrés intenso que se puede vivir en una situación de crisis, causa muchos tipos de síntomas físicos y emocionales dependiendo de cada persona. Algunas veces posiblemente no se dará cuenta de que estos síntomas son ocasionados por el estrés. Aquí hay algunos signos de que el estrés le puede estar afectando:
Diarrea o estreñimiento
Mala memoria
Dolores y achaques frecuentes
Dolores de cabeza
Falta de energía o concentración
Problemas sexuales
Cuello o mandíbula rígidos
Cansancio, y sensaciones de desapego
Problemas para dormir o dormir demasiado
Malestar de estómago
Uso de alcohol o drogas para relajarse
Pérdida o aumento de peso por desórdenes alimenticios
Son causados por un hecho importante de la vida, o un acontecimiento traumático que implique un aumento del estrés.
El insomnio por estrés produce ansiedad que es una respuesta del organismo ante situaciones que una persona considera como amenaza o peligro; es una función básica de supervivencia. Cuando dicha respuesta es desproporcionada en comparación con el peligro real y, se repite durante un periodo largo de tiempo, se trata de un trastorno de ansiedad. Por lo tanto, la ansiedad nocturna se manifiesta en el momento en el que se quiere conciliar el sueño, pero el nerviosismo y los pensamientos negativos impiden relajarse y descansar, afectando de esta forma el ciclo del sueño.
Cada una de las fases del sueño son imprescindibles para un buen descanso, no dormir de forma adecuada puede afectar de manera importante la estabilidad emocional. Cuando una persona sufre un trastorno de ansiedad suele anticipar eventos o situaciones, de forma imaginaria, que se pueden dar en un futuro. Si a la hora de acostarse, la persona que sufre este trastorno empieza a rumiar pensamientos negativos, esto hará imposible que pueda dormir.
El sentimiento de culpa es la sensación interna permanente de haber hecho algo malo, de no haber actuado a tiempo, de haber causado o permitido causar un daño a alguien, de ser mala persona, de hacer daño a los demás, de haber infringido alguna ley, principio ético o norma, tanto en situaciones reales como imaginarias, produciendo un malestar continuado. La vergüenza es una emoción que pretende ocultar algún defecto o acción que se cree que, si se evidenciara, podría provocar rechazo. Es una emoción que lleva al individuo a esconder conductas, o a caer en exceso de autocrítica para evitar o minimizar la crítica destructiva o el rechazo de los demás.
Una persona en estas condiciones tiene miedo a equivocarse o a cometer errores. Está tan centrada en lo que quiere conseguir, que no permite margen de error. Cualquier contratiempo lo considera un fracaso y tiende a autocastigarse a través de pensamientos negativos. Lo que hace nociva a la culpa inconsciente es, precisamente, el hecho de que no se reconoce, sino que se reprime. Sin embargo, también de forma inconsciente, esa culpa retorna y se manifiesta como autosabotaje, ansiedad, melancolía e incluso conductas criminales que se llevan a cabo para obtener un castigo.
Es una emoción que se produce por tener que enfrentar situaciones en las que se requiere conseguir o controlar algo y no se puede alcanzar. Con frecuencia se confunden los conceptos de frustración e impotencia, la primera se refiere al malestar que se siente por no haber logrado el resultado que se esperaba de algo, y la segunda es el profundo e inconsolable dolor emocional que se siente de no poder remediar una situación
desagradable, no tener la capacidad para reaccionar o controlar un riesgo, o no poder llevar a cabo una idea.
Esencialmente nos sentimos impotentes cuando no podemos hacer algo o no tenemos autoridad y empeño sobre alguna cosa. También cuando no está en nuestras manos el poder resolver algo que está haciendo daño a alguien más o a nosotros mismos; ahí aflora ese sentimiento de manera muy fuerte.
La impotencia es una disfunción o incapacidad interior. La impotencia es la falta de poder para hacer algo. La impotencia es pasividad o inacción. El impotente siempre mira a la improbabilidad. Tiene ese sentimiento de desolación interior. No logra conseguir un efecto deseado. Llamamos impotencia a no poder lograr lo que uno desea o a impedir que suceda lo que uno no desea. Cuando no se tienen los medios ni el apoyo necesario, se siente una verdadera impotencia. La impotencia es un inconsolable dolor emocional por no poder remediar una situación. Pero en sí ¿Qué es una impotencia? Algo que ya sucedió y no podemos rehacer. Muchos dicen: «¡Oh, cómo pudiera rehacer el pasado! ¡Cómo desearía que esto no hubiera ocurrido nunca! ¡Cómo quisiera borrarlo de mi mente!». A veces se trata de algo que quisiéramos hacer de todo corazón, pero sería imposible hacerlo como poseer dinero, recursos para …, salud, sabiduría, tiempo, fuerzas, motivación, etc.
A nivel personal, laboral y social, son cada vez más los casos de personas que requieren de ayuda psicológica para recibir orientación a la hora de tomar decisiones por sí mismos.
Son muchas las situaciones, algunas veces difíciles que se le presentan a una persona a lo largo de su vida y que en muchos casos no están capacitados para enfrentarlas, pero el problema se agudiza a la hora de enfrentar una situación de crisis.
Las razones por las cuales una persona tiene problemas para tomar una decisión son varias, entre ellas podemos mencionar diferentes tipos de inseguridades temporales o permanentes que les hacen pensar que se van a equivocar, bajo empoderamiento, porque se tiene un elevado nivel de ansiedad al momento de tener que tomar decisiones, se pierde la confianza en sí mismos, piensan en la opinión y aprobación de los demás respecto a su decisión, tienen problemas para asumir responsabilidades, buscan primero estar bien seguros de la decisión que van a tomar pero el factor tiempo en muchos casos juega en su contra, confían en la suerte, pretenden siempre los mejores resultados. Algunas veces una persona no toma decisiones porque no tienen suficiente información y tampoco han logrado clarificar sus objetivos o lo que quieren lograr.
Quienes enfrentan, atienden, orientan, coordinan, o viven una situación de crisis, experimentan reacciones emocionales en la misma proporción de los riesgos o la gravedad de la situación de crisis. Son elementos con los que se debe contar en medio de una situación personal de peligro o a la hora de ser parte de un comité de crisis dentro de una organización.
Pensar en el Coaching de seguridad para el manejo de situaciones de crisis, es una buena decisión pues es la mejor herramienta para reducir los costos y minimizar el impacto.